Siempre he apostado por integrar la tecnología en el mundo educativo para mirar de frente a la sociedad y dotar de competencias a nuestros jóvenes y sepan hacer un buen uso de ellas. Ello me llevó, en su día, a hacer un Máster en e-learning que, por circunstancias de la vida, me ha venido muy bien, sobre todo recientemente, durante el confinamiento.
No podemos dar la espalda a la tecnología en los centros educativos y es urgente y necesario que la integremos en nuestras metodologías como la práctica y potente herramienta que es. Y para ello, no nos engañemos, necesitamos una buena formación del profesorado en ese sentido. Porque para poder enseñar algo, primero hay que saberlo.
En mi caso, que trabajo con adolescentes, creo que es básico que el docente tenga una buena formación y una buena competencia digital. Al contrario de lo que se cree, nuestros alumnos no son nativos digitales, sino que conviven con la tecnología desde pequeños, pero pocos saben hacer un buen uso de ellas y abusan de las pantallas. Básicamente, usan las redes sociales y los juegos, pero en cuanto les pides que den formato a un documento, que hagan algo colaborativo online, que realicen determinadas actividades escolares o de entorno laboral, te das cuenta que si los sacas de la edición de foto y vídeo queda poca miga. Por eso, es esencial que, igual es que les enseñamos las categorías gramaticales o las derivadas, les enseñemos a dar formato a un documento, a pasarlo a pdf, a usar una wiki, a insertar una tabla de contenidos, a mandar un correo…. Es importante que entiendan y aprendan que la tecnología es una herramienta muy útil, si la sabemos usar bien.
Por eso, llevo unos días mirando la oferta formativa en ese sentido, ahora que estoy de “vacaciones” y me ha sorprendido gratamente el máster en tecnología educativa, que creo que podría ser una formación estupenda para muchos docentes. Además, es a distancia, con lo que quieras o no ya estás poniendo en práctica tus competencias TIC. En mi experiencia, este tipo de formación es muy enriquecedor, muy competencial y muy práctico, por lo que su aplicación en el aula suele ser bastante directa y sencilla.
Aun así, teniendo en cuenta que la tecnología es una herramienta muy útil y necesaria, sobre todo en los tiempos que corren, no debemos olvidarnos que no debe ser una herramienta en exclusiva. Es muy importante que nuestros niños y adolescentes sigan escribiendo mucho a mano y usando otras herramientas y recursos, porque en la diversidad está la riqueza y hay cosas de las que no podemos, ni debemos prescindir.
En definitiva, la tecnología es muy importante en educación y debe jugar un papel destacado para dotar de competencias a nuestro alumnado, competencias básicas y necesarias para su vida adulta, pero debemos diversificar las herramientas que usamos como docentes y no perder de vista el papel de la educación para no caer en la trampa de pensar que ser competentes tecnológicamente lo es todo. No olvidemos que una de las funciones principales de la escuela es crear ciudadanos críticos, cívicos y responsables, así como garantizar la igualdad de oportunidades.
¿Y tú, qué opinas sobre la importancia de la tecnología en educación? ¿Crees que hay que invertir más tiempo y recursos en su competencia? ¿Crees que estamos perdiendo el norte y olvidando el papel? Me encantará conocer tu opinión en los comentarios 😉
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