Pues este monográfico sobre la educación finlandesa llega a su fin. Hemos descubierto los mitos de la educación finlandesa, analizado su sistema educativo, buscado las diferencias entre sus sistema educativo y el nuestro y visto qué podríamos adoptar de Finlandia para mejorar nuestra educación. Con todo eso, creo que más o menos ya tienes tan claro como yo cuáles son las claves del éxito del sistema educativo finlandés, ¿Verdad?
Evidentemente, el éxito del sistema educativo finlandés es multifactorial y no se debe sólo a uno cosa. Si bien, como ya hemos explicado, su metodología en las aulas no dista mucho de la nuestra, hay una serie de factores que son clave en la diferencia entre sistemas y que, para mí, son las claves del éxito de su modelo educativo.
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Pacto por la educación
Como ya hemos comentado en un par de ocasiones, la Ley educativa vigente en Finlandia a día de hoy es una ley elaborada y aprobada en los años 70. Es decir, hay un pacto por la educación que establece que ésta no se toca hasta comprobar su validez, almenos, con una generación entera.
Además, las leyes educativas las elabora la Agencia Nacional de la Educación, formada por expertos en a materia (pedagogos, docentes…) no por políticos que desconocen el funcionamiento real del sistema y que lo usan como arma política cambiando currículums educativos y leyes cada cuatro años.
Modelo social y autonomía
Si bien es cierto que Finlandia tiene una tasa altísima de suicidios y alcoholismo (supongo que entre otras cosas, por el clima y las pocas horas de sol diarias), la sociedad, en general, es muy respetuosa, empática y civilizada. Una sociedad que valora muy positivamente la educación y a sus docentes.
Además, tienen muy claro que deben ser autosuficientes cuanto antes mejor y, por eso, desde muy pequeños inculcan la autonomía a sus niños. Obviamente, en una sociedad donde un alumno es autónomo y responsable de su aprendizaje, su comportamiento, actitud y aprendizaje son muy distintos en los centros educativos a los que podamos ver aquí. Allí prácticamente no hay problemas de convivencia y el profesor no tiene que andar poniendo orden para poder dar la clase.
La autonomía total de los centros hace que no necesiten de un Departamento de inspección educativa y que en cada centro haya docentes que realmente creen en el proyecto educativo del centro.
Finalmente, comentar en este punto algo que me parece básico en referencia a los idiomas (que luego comentaré) y es que en Finlandia no existe el doblaje en televisión. Todas las películas y series son en versión original subtitulada en finlandés, lo que hace que a la hora de aprender idiomas les resulte bastante más sencillo que a nosotros.
Ratios
Sin duda es una de las grandes claves. Con unas ratios máximas de 22 alumnos por aula, se atiende infinitamente mejor a esos alumnos y se puede poner en práctica un verdadero aprendizaje individualizado para sacar de cada alumno todo lo que pueda dar.
El grupo es más “controlable”, es más sencillo guiarlo y atender a cada uno de sus miembros, así como organizar actividades verdaderamente competenciales, aumentar las exposiciones orales, los debates… con 22 todo es mucho más sencillo que con 33. Y eso es así.
Aprendizaje de lenguas
Para empezar, es totalmente un acierto su “Escuela internacional”. Ya lo expliqué en un post, pero es imposible integrar a un alumno en un sistema educativo cuando desconoce la lengua vehicular de ese sistema. En Finlandia, los extranjeros van a una escuela internacional para aprender finlandés, y sólo finlandés, hasta que lo dominan lo suficiente para entrar en el sistema educativo ordinario. En España los metemos en el sistema y hacemos lo que podemos, pero la mayoría tiene que repetir uno o más cursos para poder seguir el ritmo de sus compañeros.
Además, en FInlandia se aprenden lenguas, varias, de manera gradual. Algo que les permite ser muy competentes en todas ellas. Recordemos que a los 7 años empiezan sólo con finlandés (su lengua materna), a los 11 se introduce el sueco, a los 13 el inglés y ya en bachillerato una cuarta lengua extranjera. Es evidente que si uno no domina a todos los niveles su lengua materna, es difícil que pueda dominar otras. Y fijaos que hablo de dominar, no de aprender.
Competitividad
Ya os expliqué que en función de la media sacada en secundaria, los alumnos eran derivados a los estudios de bachilelrato o al vocational (nuestra formación professional). Y que, además, en función de la media sacada, los alumnos podían seguir sus estudios en una u otra escuela, Esto hace que se cree en ellos una competitividad, un afán por superarse y llegar a la deseada media que hace que los alumnos en clase estén predispuestos y motivados para aprender.
Creo sinceramente que este tipo de sistema constituye una motivación intrínseca en los alumnos, puesto que tienen un objetivo, una meta, al que llegar. Eso hace que no pierdan tiempo y que se apliquen para dar el máximo posible y conseguir ese objetivo. En mi opinión, un sistema así fija un objetivo concreto a los alumnos. En nuestro caso el objetivo debería ser “sacar la eso”, aunque es poco concreto y realmente no es una motivación per se.
Flexibilidad
Para mí ésta es otra de las claves importantes. Hay tanta flexibilidad, tanto de horarios como de itinerarios, que des de bien temprana edad, los estudiantes pueden dedicar más horas a aquello que les gusta. Tienen muy claro que hay unos mínimos de cada materia que tienen que hacer todos, pero a partir de ahí cada uno se va especializando en lo que quiere, en función de sus capacidades y/o intereses.
De tener un sistema así de flexible, con la capacidad de adaptarse a cada estudiante, estoy convencida que se reduciría drásticamente el abandono escolar temprano, puesto que en este sistema todos tienen cabida, incluso los que no son brillantes académicamente hablando.
Y esa flexiblidad en las materias, pasa necesariamente, por un flexibilidad de horarios. Son los mismos alumnos los que deciden cuántas asignaturas cursan cada semester, con lo que pueden tener épocas más intensas y otras más relajadas. Es decir, lo pueden ir haciendo a su ritmo.
Conclusión
A grandes rasgos, y aunque influyen otros factores, éstas son para mí las claves del éxito: una sociedad empática y autónoma, unas ratios bajas, un pacto de estado por la educación, la competitividad y flexibilidad del sistema, el aprendizaje de lenguas… Puntos, además, en los que se diferencia claramente de nuestro sistema educativo.
Evidentemente, Finlandia tiene cosas no tan positivas y otras no tan distintas a nuestra realidad, pero si duda tienen muy claro que sin apostar por la educación no tienen futuro como nación, algo que aquí nos falta. Y mucho.
¿Qué te parece? ¿Estarías de acuerdo con estas claves? ¿Añadirías alguna? Me encantará conocer tu opinión en los comentarios 😉
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